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martes, 11 de septiembre de 2012

Los abuelos deberían ser eternos.


Cada abrazo, cada beso, cada caricia, cada gesto, cada sentimiento, el más mínimo detalle lo recuerdo de ellos... La mente humana es algo fascinante, es un libro que lo guarda todo y se encarga de que dure para siempre. Todos sabemos que nadie es inmortal en el mundo real pero en nuestra mente nunca nadie muere, si necesitas estar con alguien y ese alguien ya no está, lo único que puedes hacer es cerrar los ojos e imaginar que están ahí, recordar lo que sentías y te encontrarás mejor. 

A mi me pasa mucho, la mayor parte del día los recuerdo, pienso en ellos mucho y para sentirme mejor sólo viajo atrás en el tiempo, busco en mi mente aquella sensación que me provocaban cuando estaban aquí, conmigo; o simplemente miro al cielo y los siento más cerca. Si lo pienso, puedo recordar perfectamente aquellos momentos y notar sus abrazos, o el sonido de sus risas, la manera de mirar, o ese maravilloso cariño que sólo ellos sabían darme... Es una lista enorme de sensaciones que tengo guardadas, una pequeña pelicula de momentos dentro de mi cabeza, una película sin final feliz, pero llena de alegrías. Los echo de menos, deseo más que nada que estén aquí a mi lado pero como no es posible, me basto con mis recuerdos. Es curioso como un simple gesto de alguien, una canción, una creencia, una comida, una película, un olor o un sonido hagan que los tengas presente, es curioso... Y también es curioso como, a pesar de que ya no estén, me siguen ayudando; el ejemplo que me dieron me servirá para siempre y les doy las gracias. De ellos aprendí que a pesar de los errores que cometas en la vida, siempre puedes rectificar, que la familia es lo más importante y que su felicidad es tu felicidad, aprendí que las cosas más sencillas son las cosas que más importan y que un abrazo es el mejor regalo que existe, que hay que ser tan fuerte como puedas a pesar de las circunstancias, que la mejor medicina para todo es la risa y que la vida es corta, que hay que disfrutarla haciendo lo que te dicte el corazón sin importar lo que digan, me enseñaron que el arma más poderosa es el amor y que dura eternamente, que no importa la situación porque si amas a alguien, lo amas sobre cualquier cosa y es para siempre. También aprendí a compartir, a pensar primero en otros que en mí, a saber que mi familia es el mejor tesoro que tengo y que debo conservarlo, pero sobretodo ellos me enseñaron a valorar las cosas, a sentirme afortunada por la vida que me ha tocado vivir, la gente que me ha tocado conocer y  a las personas que me ha tocado querer, y de lo más afortunada que me siento es de haberlos conocido a ellos, de haber podido disfrutar, de compartir momentos, me siento afortunada de poder contar a los que no les conocieron que eran unas maravillosas personas, que gracias a ellos soy lo que soy y estoy donde estoy, que son mi ejemplo a seguir, que allá donde fueran dejaban huella, y que aún conservo la huella que dejaron en mí...

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